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¿Qué es una crisis?

Es uno de esos momentos en que se produce un cambio en nuestra vida y que sentimos como una pérdida. Puede ser un mal momento con mi pareja que se siente como una amenaza para nuestra relación o directamente una ruptura con la pareja, o la pérdida del trabajo o cualquier dificultad en el ámbito laboral (sufrir acoso o mobbing, mala relación con los compañeros, no conseguir el ascenso deseado, etc.), o el sentimiento de fracaso en algún aspecto importante de su vida, la muerte de un ser querido que nos ha dejado desorientados, la pérdida del sentido de la vida…

Dependiendo de las circunstancias de la vida de cada persona: su edad, su situación económica, el estado de su familia, su situación sentimental o incluso espiritual, la crisis puede tomar una forma u otra.

Las crisis son inevitables en la vida, y aunque suene a cliché, en realidad son necesarias para cambiar y evolucionar… Todo está en cambio constante, nuestra vida también, lo que parece un refugio seguro alguna vez dejará de serlo, y inevitablemente las cosas van a cambiar, a veces hacia donde queremos, y a veces hacia donde no queremos, y eso nos duele y nos puede dejar en shock y desorientados.

Con respecto a las crisis sentimentales, cada caso es distinto, pero cuestiones habituales son la falta de comunicación adecuada, no respetar los límites o no saber hacerlos respetar, todo tipo de inseguridades y miedos no reconocidos, etc. Y en ocasiones es muy difícil cerrar, dejar ir a la otra persona, aceptar que la relación ha terminado y es el momento del duelo por la relación terminada y el aprendizaje, mirando hacia adentro, hacia tu mundo interior, donde en realidad están todas las respuestas y recursos para seguir adelante.

¿Cómo se afrontan las crisis en psicoterapia?

Cada crisis y cada persona son únicas, y cada caso se aborda según las circunstancias particulares.

En términos generales, cualquier tipo de crisis es un momento que de alguna manera nos lleva a plantearnos muchas cosas de nuestra vida, a revisar qué queremos o incluso quiénes somos.

Tomar conciencia de cómo he llegado a esta crisis, en qué medida yo he sido responsable o no, qué creencias me han traído hasta aquí, etc., es un buen punto de partida. Cada persona ha de conectar con lo que realmente siente que quiere hacer, o encontrar el sentido de su vida y de lo que hace, e incluso de quién es (la respuesta a la pregunta: “¿Quién soy yo?”), por sí misma, como algo que siente plenamente, de corazón; no es algo que yo, como psicoterapeuta o cualquier otra persona pueda imponer a otra.

 

Y desde ahí, desde ese saber quién y cómo soy, puede ver el con quién quiero estar, qué quiero hacer, etc.

El psicoterapeuta acompaña escuchando y ayudando a la persona a escucharse a sí misma, con preguntas, sin juicios ni prejuicios… El psicoterapeuta ha de saber escuchar y qué preguntar en cada momento, y ayudar a la persona a ver sus puntos ciegos, aquellas cosas sobre sí misma que por sí sola no ha llegado a ver todavía.

Al final, la crisis puede llevar a alguien a vivir la vida de forma más auténtica que puede vivir dentro de sus circunstancias.

El sentido de la vida de cada persona puede cambiar y de hecho suele cambiar a lo largo de su vida. A veces una madre o un matrimonio se vuelca en sus hijos, y cuando crecen y se van de casa, de pronto se siente un vacío y la mirada se vuelve sobre una misma o sobre la relación de pareja. A veces alguien pone toda su energía en su trabajo o en un proyecto que le apasiona, o que es lo que sus padres sueñan que haga, pero o no consigue realizarlo plenamente, o sí lo consigue, y entonces esa pasión pierde intensidad y acaba surgiendo la pregunta: “¿Y ahora qué?”.

Esta pregunta (¿y ahora qué?) es una señal de que uno está creciendo, evolucionando hacia algo nuevo, porque lo viejo empieza a perder su sentido: esa mujer es madre, sí, y mucho más que eso… o un matrimonio son padres, sí, pero también una pareja que tiene una relación entre sí… o quizá ya he cumplido el objetivo de ganar mucho dinero o de acabar la carrera que quería, pero años después mis intereses han cambiado, porque yo he cambiado, y ahora eso ya no me hace feliz.

A veces la crisis es espiritual (sea cual sea su tradición espiritual de referencia, o de si siempre ha sido una persona atea), y determinadas experiencias le han mostrado un camino, o una vocación, o un sentido de sí mismo y de la vida más profundo del que tenía hasta ahora, pero no sabe cómo llevar eso a su vida diaria.

Al final, se trata de ser auténtico y vivir la vida que quiero vivir, siendo realista

Para vivir de la forma más auténtica posible, he de ser capaz de conectar con mis sentimientos verdaderos y con mis creencias a partir de mi propia experiencia de vida, y es importante tener en cuenta que no siempre somos conscientes de nuestros sentimientos más básicos, de lo que queremos hacer de corazón.

A veces nos hemos pasado años haciendo cosas que contentaban a nuestros padres (una carrera de éxito, ganar mucho dinero, casarnos, etc.) sin darnos cuenta de que era una manera de buscar su aprobación.

Por eso, la crisis puede dar una oportunidad para detenerse y escucharse realmente a uno mismo, con el corazón en la mano, y tomar consciencia de cuáles son mis necesidades y qué es lo que realmente quiero ser y hacer, aunque la gente que me rodea y que quiero no lo comparta o no lo comprenda, o aunque a uno no le parezca que no es lo más práctico económicamente a primera vista.

Cada persona tiene su propio camino, y la respuesta a cuál es ese camino para ti, solo la puedes encontrar dentro de ti mismo. Tus sentimientos, tus intuiciones, tu experiencia en la vida… todo eso, si eres capaz de detenerte y evaluarlo con calma y claridad, te dará las pistas a seguir.

Carlos Martínez Perales

Estoy en Barcelona (Nou Barris – Sant Andreu).

Más información sobre mí en www.carlosmartinezperales.com