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¿Qué significa que alguien está traumatizado?

La palabra trauma viene del griego antiguo y significa “herida”.

Un trauma psicológico se produce cuando nos ocurre algo (una sola vez o varias veces a lo largo del tiempo) que nos desborda, no somos capaces de integrarlo, y deja una herida duradera que se manifiesta con reacciones defensivas exageradas de todo tipo (en cualquier situación parecida a la traumática), y de alguna manera puede afectar a la imagen que tenemos de nosotros mismos y a la confianza básica en las demás personas.

¿Qué quiere decir que algo nos desborda y no somos capaces de integrarlo?

Una situación nos puede desbordar (emocionalmente y fisiológicamente) si la percibimos como una gran amenaza, como un gran peligro, para nosotros o incluso para otras personas, y sobre la que sentimos que no tenemos ningún control, una sensación de indefensión total.

Puede ser una amenaza para nuestra supervivencia física o la de otras personas (un peligro de muerte), o para nuestra supervivencia psicológica (algo que nos resulta incomprensible e intolerable a nivel emocional y fisiológico).

Integrar una experiencia significa que puedo elaborarla, hablar de ella, comprenderla, que puedo calmar mis emociones y cualquier síntoma corporal muy intenso (no puedo casi respirar, taquicardia, un temblor muy intenso, etc.) a un nivel manejable.

Si he hace esa integración a tiempo quizá no sea traumático; si no, seguirá siendo traumático hasta que se trabaje en ello en terapia.

¿Qué reacciones exageradas suelen darse en las personas traumatizadas?

La mente y el cuerpo humanos reaccionan de forma defensiva de muchas maneras diferentes, y cada persona es distinta.

En el caso del trauma, la activación fisiológica (algo así como el nivel de energía con el que reacciona el cuerpo) tiende ser a veces demasiado alta o demasiado baja, dependiendo de qué parte del sistema nervioso autónomo se active (simpático o parasimpático dorsal).

Cuando es muy alta ocurren vivencias muy intensas: flash backs o recuerdos vívidos recurrentes del trauma, o pesadillas, hipervigilancia, taquicardia, temblores, sensación de ahogo, problemas para concentrarse, los pensamientos se aceleran, estallidos repentinos de rabia, o, si la activación es máxima, la persona puede paralizarse, y aunque está totalmente alerta, no puede moverse, como cuando nos dan un susto.

Cuando es muy baja, la persona está como “apagada”, y puede haber una disociación del cuerpo (la persona deja de sentir su cuerpo) o deja de sentir ninguna emoción, o no recuerda nada del trauma (amnesia), o puede llegar a un estado de sumisión pasiva total.

Pero además de estos síntomas, es posible observar que el trauma daña a la confianza básica que la persona tiene en las demás personas y en el mundo, como un lugar peligroso y amenazante, al menos en relación a las situaciones que recuerden al trauma.

 

¿Qué situaciones suelen acabar siendo traumáticas?

Todo depende de si la persona es capaz de integrar lo que le pasa en ese momento o no. Una situación muy parecida que le pase a dos personas puede dejar a una traumatizada y a la otra no.

Es cualquier situación en que la persona se haya sentido amenazada, tanto físicamente como en su dignidad personal, con sentimientos de indefensión, sin tener ningún control sobre lo que está pasando, totalmente en manos del perpetrador o maltratador.

Las más habituales son cualquier ataque violento (robos, agresiones físicas, violaciones, etc.), situaciones de guerra, de secuestro, de tortura o de maltrato infantil (en casa o por los compañeros de escuela, etc.).

En el caso del maltrato infantil en la propia familia, es muy habitual que nadie se dé cuenta, y que se quite importancia a los golpes, los insultos, las malas maneras (“no era para tanto”, “es que me portaba muy mal”) y que neguemos o ni siquiera sospechemos que eso fue maltrato. Al tratarse de niños, hay que tener en cuenta que su cerebro está en desarrollo, es inmaduro, por lo que difícilmente integrará de forma saludable el abuso, y suele tener consecuencias a largo plazo, si no se trata.

 

¿Qué he de hacer si sospecho que tengo algún trauma?

Las personas que han sufrido algún trauma suelen vivir evitando cualquier cosa que les recuerde el trauma, porque eso activa los síntomas desagradables.

Y evitar hacer ciertas cosas no solo hace que uno se pierda muchas experiencias valiosas que está evitando, sino que por más que su mente se esfuerce en olvidar, su cuerpo sigue recordando (el recuerdo es inconsciente), y reacciona de forma más o menos sutil, como puede ser un pequeño sobresalto, un temblor o ganas de salir corriendo, cada vez que uno se encuentra en una situación que recuerde en algo a la traumática.

Los síntomas no desaparecen sin más con los años si no se procesan poco a poco en terapia (se vuelven más conscientes, se aceptan, se integran).

Mi consejo es pedir ayuda a un profesional de la psicología que entienda de trauma, con una actitud de total aceptación y empática. Yo lo trabajo sobre todo desde la perspectiva de la psicoterapia sensoriomotriz, que no solo atiende a lo mental, sino que da una gran importancia a cómo el cuerpo sufre el trauma.

Dar primer paso puede ser muy difícil para algunas personas, pero una vez hecho con el tiempo se van dando cuenta de lo necesario que era hacerlo y se sienten aliviadas.

 

Algunos libros sobre el trauma

Ogden, P., Minton, K., y Pain, C. (2009). El trauma y el cuerpo. Bilbao: Desclée de Brouwer

Herman, J. (2004). Trauma y Recuperación. Cómo superar las consecuencias de la violencia. Madrid: Espasa Calpe.

 

Películas o series con personajes traumatizados

Por ejemplo, Joker de Joaquín Phoenix, es un caso de trauma por maltrato infantil por parte de su madre y la pareja de esta. La risa aparece como un síntoma, ya de pequeño, en un intento desesperado de negar el maltrato.

Y en Juego de Tronos, el personaje Sandor Clegane sufrió de pequeño una agresión de su hermano mayor, que le quemó la cara en el fuego, y su padre no hizo nada (no hubo ningún intento de reparación, de integrar la experiencia). De adulto tiene suele huir del fuego, y deja una batalla a la mitad (evitación) cuando ve mucho fuego y parece sufrir síntomas fisiológicos (sensación de ahogo, por ejemplo).

 

Carlos Martínez Perales

Estoy en Barcelona (Nou Barris – Sant Andreu).

Más información sobre mí en www.carlosmartinezperales.com