Un tema recurrente en terapia es tener la autoestima baja.
Tengo cierta idea o imagen de mí mismo y la valoro de forma negativa con todo tipo de creencias limitantes (“No me entero”, “No soy lo suficientemente bueno/inteligente/atractivo”, “Siempre meto la pata”, “Soy un inútil”, “No merezco que me quiera nadie” o “Si ella o él me deja, nadie más me va a querer”, etc.) y emociones que siento hacia mí mismo (odio, rechazo, enfado, vergüenza, culpa, etc.).
Esta visión de mí mismo/a y de la vida me deja sin energía, sin motivación, sin ganas de disfrutar de nada. No veo ninguna belleza en mí ni en mi vida.
Estas creencias pueden variar de una persona a otra y la frecuencia con la que somos conscientes de ellas, o incluso solo con respecto a determinadas áreas de nuestra vida (“Se me da bien haciendo esto, pero soy un desastre con esto otro o con todo lo demás”).
Un estado depresivo se caracteriza en gran parte por estas creencias, emociones desagradables y juicios negativos (hacia nosotros mismos, nuestro pasado, presente y futuro, y también hacia los demás y la vida en general). Podemos llegar a sentir que nada vale la pena, que nada tiene remedio…
Una de las claves es el juicio negativo hacia nosotros mismos. El juicio no es solo algo que hacemos con palabras o pensamientos, también nos juzgamos emocionalmente. Nos deja “tocados” o “hundidos” o “desesperanzados”.
Estas creencias y estos juicios llegaron en algún momento de tu vida, no estaban allí en los primeros años de vida.
Probablemente al interactuar con otras personas (padres, hermanos, compañeros del colegio, etc.), o por creencias que hemos absorbido de nuestra sociedad (“Si no consigues tal cosa eres un fracasado”), alguien nos hizo sentir que había algo mal en nosotros, y acabamos creyéndolo como parte de nuestra identidad, como si fuera una verdad indiscutible acerca de mí.
La buena noticia es que esto se puede cambiar si uno realmente quiere. No son verdades indiscutibles, por más que lo parezcan. Con tiempo, con paciencia, con dedicación a uno/a mismo/a, es posible ir cambiando estas creencias y emociones y sentirse mucho mejor.
Ojalá fuera tan fácil como decirle a alguien: “Sí te enteras”, “No eres inútil”, “Sí mereces que te quieran”, etc., y todo estuviera solucionado. Pero evidentemente no funciona así, porque las creencias no se cambian solo comprendiendo intelectualmente que están equivocadas, solo hablando y pensando.
El cambio ha de venir conectando también con las emociones. No se trata tanto de arreglarlo con la cabeza, sino con el corazón.
Con paciencia, confiando en que es posible, con un espacio seguro donde empezar a cuidar de ti mismo/o, es posible cambiar.
Y eso es lo que hacemos en las sesiones. Poco a poco pasar de la cabeza al corazón. Vamos desaprendiendo todos estos hábitos de pensamiento y juicio, y aprendemos a ser más comprensivos y compasivos, más amorosos, con nosotros mismos (y con los demás).
Precisamente fue la falta de amor, compasión y comprensión lo que provocó ese juicio negativo sobre nosotros mismos y que no nos quisiéramos como deberíamos. Ahora nuestro “trabajo” es darnos eso emocionalmente y empezar a sanar todas esas heridas. No es lo mismo sentir emociones negativas por uno mismo que compasión, amor o incluso agradecimiento por ciertos aspectos de nuestra vida, y como resultado de eso, nuestro nivel de autoestima irá aumentando.
Carlos Martínez Perales
Estoy en Barcelona (Nou Barris – Sant Andreu).
Más información sobre mí en www.carlosmartinezperales.com
Comentarios recientes