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¿En qué se diferencia la psicoterapia de la espiritualidad?

En el mundo de la psicología hay distintas concepciones de la psicoterapia y en las tradiciones espirituales hay distintas concepciones de la espiritualidad, así que hablaré solo de la concepción que yo mantengo o la que me parece más interesante personalmente.

La psicoterapia se interesa por tu mundo psicológico: tus pensamientos y creencias, tus emociones y patrones emocionales, tus intuiciones, tu cuerpo, tus relaciones con los demás, tus relaciones con tu mundo interior (pensamientos, emociones, etc.), experiencias traumáticas y sus consecuencias en tu vida. No trata de lo que es la realidad tal cual es, sino de nuestras ideas, creencias, percepciones, sentimientos, interpretaciones sobre la realidad. Partimos de que eres tus contenidos psicológicos personales y tu cuerpo (unidad psico-corporal), con una personalidad determinada. Tu identidad (quién eres) se da por supuesta, aunque se cuestione lo que sé de mí (aspectos conscientes o inconscientes, de los que no me doy cuenta), aunque por supuesto, en un proceso de psicoterapia profundo, la idea que uno tiene de sí mismo acaba cambiando de alguna manera.

La espiritualidad busca saber quién soy yo en realidad, busca saber qué es lo real, la verdad, y no solo mis aspectos psicológicos. Tu identidad se pone en cuestión. Por ejemplo, la pregunta “¿la conciencia continúa después de la muerte del cuerpo?” trata sobre la realidad de la conciencia, sobre la “verdad de quién soy”, sobre la que puedo tener mis creencias (aspecto psicológico), pero “la verdad” está más allá de las creencias y opiniones personales. Otro ejemplo de camino por donde nos podría llevar la pregunta “¿quién soy?” sería la cuestión de si soy solamente un ser de “carne y hueso” (una unidad psicofísica de mente y cuerpo) viviendo en un mundo de objetos tridimensionales o si soy un ser multidimensional. De nuevo, esto iría más allá de mis opiniones y creencias, que además están influenciadas por mi cultura, mi historia personal y la de mi familia, etc.

Por supuesto que la diferencia es sutil, pero hay que poder diferenciar entre mi perspectiva psicológica (desde la cual interpreto el mundo de determinadas maneras) y la verdad de lo que es real y lo que no en cuanto a quién soy yo realmente, o si hay una realidad básica a partir de la cual surge todo lo demás (Dios, naturaleza de Buda, Vacío, Consciencia, lo Absoluto, el Ser o Self, la Fuente, Energía, etc.) más allá de lo que yo crea o interprete.

En otras palabras, puedo creer que Dios o la Conciencia Absoluta existe (creencia, parte de la psicología) pero puede no ser verdad. O puedo creer que Dios o la Conciencia no existe (mi creencia psicológica) y sí hay “algo” en el universo (o multiverso) a lo que podría llamarse Dios o Conciencia Absoluta. La verdad estaría en contra de mis creencias en ambos casos.

Por tanto, como psicoterapeuta no te diría “tu creencia sobre si Dios o la Conciencia Absoluta existe es falsa o verdadera”, sino aceptaría y respetaría tu creencia en tanto que creencia, y podría ver contigo la congruencia de tu modo de vida con esa creencia, por ejemplo, o las implicaciones de esa manera de ver la realidad y a ti mismo.

En cambio, si uno acude a alguna figura espiritual (sacerdote, maestro, gurú, etc.) es posible que se acabe discutiendo de forma más o menos directa tu creencia o que se la confirme como la verdad, o que intente convencerte de que la verdad es la suya (su creencia), o bien que te inviten a que experimentes por ti mismo mediante técnicas (meditación, yoga, mantras, ejercicios de energía, etc.) cuál es la verdad, que se revelará de alguna manera.

Hay que tener muy claro entonces que la práctica espiritual no es una psicoterapia y no hará desaparecer por sí sola las dificultades que uno tiene para afrontar cierto tipo de emociones o situaciones en la vida (traumas, etc.). Evitar afrontar estas dificultades es lo que se conoce como bypass o evitación espiritual.

Podría decirse que la espiritualidad y la psicoterapia tienen un objetivo en común: conocerse a sí mismo, y aunque sus caminos son distintos, y el alcance y la profundidad adonde lleva de cada uno también son distintos, pueden (y en mi opinión deben) complementarse.

¿Qué es el bypass espiritual?

Es una cuestión fascinante, compleja y que aquí solo puedo resumir sin poder entrar en todos los detalles.

El bypass espiritual se produce cuando se usan prácticas espirituales (meditación, retiros, mantras, rezos, yoga, etc.) como modo de evitar resolver problemas psicológicos no trabajados (experiencias traumáticas, heridas sufridas durante el desarrollo por una mala relación con las figuras de apego, bloqueos emocionales, patrones de conducta inconscientes disfuncionales, dependencia emocional, etc.).

Es decir, las prácticas espirituales, que son totalmente legítimas como camino de conocimiento, suelen dar lugar al mismo tiempo a estados de bienestar psicológico (serenidad, o sentimientos de gratitud, etc.), aunque suelen ser pasajeros, y a veces se cae en la tentación de querer resolver los problemas psicológicos (ansiedad, depresión, autoestima baja, etc.) solamente con prácticas espirituales, como si por sí mismas fueran a borrar todo ese “karma”.

La persona quizá no sea consciente de estar evitando afrontar algunos problemas pendientes y simplemente siga su camino espiritual con la mejor intención, pero algo no acaba de encajar.

 

En mi opinión y según mi experiencia y la de otras personas, para transcender el yo de forma genuina primero hay que tener un yo lo suficientemente maduro, arraigado, capaz de afrontar emociones dolorosas y situaciones difíciles, o de ser consciente de sus tendencias de búsqueda de atención o incluso narcisistas, etc. De lo contrario, estas dificultades y tendencias inconscientes seguirán ahí sin que nos demos cuenta, precisamente porque nunca hemos hecho el trabajo, desde la mayor honestidad con nosotros mismos, de ver y reconocer estas tendencias en nosotros.

Uno ha de ser capaz de mirarse a sí mismo con honestidad y de reconocer y sostener aspectos que le pueden resultar desagradables de uno mismo, estrategias que a veces proceden de nuestra infancia y que nos ayudaron a sobrevivir en condiciones difíciles, pero que hoy en día causan sufrimiento (a nosotros mismos y quizá a la gente que nos rodea).

De hecho, la primera noble verdad del Budismo afirma la existencia del sufrimiento, de que de alguna manera sufrimos. No hay atajos posibles que sustituyan esta honestidad con uno mismo.

Trabajar con un psicoterapeuta hace que sea más difícil que nos ocultemos ciertas verdades sobre nosotros mismos, porque el psicoterapeuta nos lo hará ver y nos ayudará a que seamos conscientes, lo que nos da la capacidad de actuar de forma distinta, de cambiar, y todo esto en un ambiente de confianza, de empatía, sin juicios, con todo el respeto por tus creencias personales y tus decisiones.

Posibles dificultades psicológicas típicas al recorrer un camino espiritual

Quiero dejar claro que no todas las personas interesadas en la espiritualidad realizan un bypass espiritual. Pero es muy importante que todo el mundo sea muy honesto consigo mismo y se pregunte por los verdaderos motivos por los que se interesa por la espiritualidad. El anhelo de trascender el ego, de liberación del karma y el samsara, o de ir al cielo, puede ser auténtico y sincero, pero podría estar mezclado, sin que uno se dé cuenta, con otros motivos psicológicos personales.

Por ejemplo, algunas personas (no todas) podrían buscar un ideal de pureza con el que resuenan, basándose en un ideal de Buda o Jesucristo o de algún santo con características similares, y eso puede hacer que justifiquen la represión de determinadas emociones genuinas consideradas negativas o desagradables y que no encajan con el ideal de “pureza”, como el enfado, o se reprime la sexualidad, o se fomenta el narcisismo de que los demás nos consideren especiales o “iluminados” (algo así como creer que yo soy especial y los demás no lo son).

Otro ejemplo es, dentro de la relación con el maestro/la maestra o gurú, como en toda relación no simétrica (el maestro/la maestra tiene la autoridad, y mayor será cuanto más se le idealice como “padre bueno” o “madre buena”), se podrían producir conductas abusivas (desde un trato humillante o con desprecio, hasta abusos sexuales, por ejemplo) que se pueden justificar (es decir, racionalizar) como necesarias para ayudar a la persona a despertar. No tiene por qué ser así necesariamente, por supuesto, pero si se parte de que el maestro/la maestra o gurú es quien tiene todo el poder y todo el conocimiento, y el discípulo/la discípula está en la “ignorancia”, y no solo eso, sino que “su mente” (sus opiniones, sus creencias, sus recuerdos, etc.) se considera un obstáculo, puede quedar en la absoluta vulnerabilidad de no tener ya un criterio propio con el discernir qué es abuso y qué no, que es permisible y qué no.

Repito que estas situaciones no tienen por qué darse, ni todo maestro o maestra serán abusivos, ni mucho menos. Solo estoy indicando algunos de los peligros que alguien se puede encontrar.

La psicoterapia puede ser un gran complemento para alguien interesado en un camino espiritual. Aunque inicialmente parece que el “ego” es el obstáculo, ese ego debe tener la suficiente madurez, arraigo y autoconocimiento como para poder ir más allá de forma más segura y honesta, de lo contrario, en mi opinión, el ego siempre estará ahí acechando en la sombra cuando menos lo sospechemos, precisamente porque nunca nos habremos parado a observar sus estrategias inconscientes, y eso precisamente es lo que se hace en psicoterapia.

¿Qué es el ego en la terapia IFS?

En la terapia IFS (Internal Family Systems, Sistemas de la Familia Interna), el “ego” son nuestras partes o subpersonalidades. Nunca son las “malas de la película”, solo están intentando ayudarnos de alguna manera, protegiéndonos de algo que aprendieron a percibir como una amenaza, y reaccionan con ansiedad, miedo, enfado, etc., para garantizar nuestra seguridad, o simplemente llevan consigo las heridas del pasado (nuestras o las de nuestra familia e incluso de nuestros antepasados), con todo el dolor, miedo, vergüenza, inseguridad que sentimos entonces, quizá cuando éramos niños, y esas heridas siguen estando ahí, a la espera de que las sanemos desde nuestro corazón, desde nuestra compasión y nuestro amor por ellas. Conforme vayamos sanando estas heridas psicológicas (egoicas) y cambiando esos patrones protectores, dejarán de ser un “obstáculo” para nuestro camino espiritual y para nuestra vida en general.

Si quieres saber más sobre la terapia IFS, haz clic aquí.

 

Libros o referencias interesantes

-Entrevista al maestro zen Dokusho Villalba (en la que habla de cómo a veces aconseja que personas que acuden a su templo vayan también a psicoterapia a resolver allí los “problemas emocionales”), a partir del minuto 3:20

https://www.youtube.com/watch?v=rcCnl4ZRW7E

Un libro muy interesante sobre el tema:

Welwood, John (2019). Psicología del despertar: budismo, psicoterapia y transformación personal. Editorial Kairós

Estoy en Barcelona (Nou Barris – Sant Andreu).

Más información sobre mí en www.carlosmartinezperales.com